Las Provincias. 10/04/2001

Los interinos
Por Víctor Manuel Manzanares Moyá

En primer lugar quiero felicitar a María García-Lliberós y a la dirección de LAS PROVINCIAS por la sensibilidad demostrada, a la primera por su artículo y a la segunda por considerarlo de entidad suficiente para su publicación en lugar destacado de su periódico, hacia un problema cuya gravedad y magnitud supera la que se pone de manifiesto en el artículo Interinos.

     Digo que es superior en gravedad y magnitud, porque a los colectivos de médicos y maestros se tiene que añadir un colectivo que les iguala en envergadura y que tradicionalmente se olvida, el de funcionarios interinos y trabajadores laborales de la Administración Pública del Gobierno Valenciano. Probablemente, el olvido se debe a que no está en nuestra mano el promover medidas de presión que paralicen hospitales y escuelas. Quizá se deba a que nuestros puestos de trabajo, en su mayoría, no tienen relación directa con el ciudadano sino en las oficinas y sedes centrales de las conselleries, lo que en ocasiones lleva a pensar que somos los enchufados, los que los políticos de turno ponen a su alrededor a medrar de los dineros públicos, etc.

     Nada más lejos de la realidad. Por el contrario, el ocupar puestos de trabajo más cercanos al poder político, hace que esas espadas de Damocles que pesan sobre los interinos (en la situación actual, prefiero llamarles trabajadores de la Administración en situación de precariedad laboral) tengan mayor peso y generen mayor angustia cuando no se comparten posiciones políticas o técnicas o cuando su actuación no complace al político de turno.

     Ni que decir tiene que comparto el punto de vista expresado en el artículo en cuanto a la situación laboral, económica y social de unos trabajadores que estamos en una situación de eterna interinidad (en muchos casos no se convocan oposiciones desde hace más de 10 años), que tenemos edades que prácticamente nos excluirían del mercado laboral, si no fuese porque ya estamos excluidos por habernos dedicado durante años y años a formarnos y especializarnos en un trabajo que en muchos casos no tiene su homónimo en la empresa privada, lo que complica mucho nuestra situación en caso de ser cesados; que nos hemos casado, tenido hijos, suscrito hipotecas y firmado letras, que no tenemos derecho al cobro de complementos como la antigüedad o a ningún tipo de indemnización por despido, por el mero hecho de denominarse cese.

     Coincido, en fin, con la opinión, magistralmente expresada por María García-Lliberós, pero me niego a que cuando se habla de trabajadores de la Administración en situación de precariedad laboral, se excluya sistemáticamente al colectivo al que representamos, a que se nos tenga por interinos enchufados y a que las posibles soluciones que arbitre el Gobierno de la Generalitat se limiten a los colectivos de trabajadores que tienen incidencia sobre la opinión pública, dejando de lado a quienes cada día no vemos enfermos, no enseñamos a muchachos díscolos, pero sí mantenemos en pie la estructura administrativa y organizativa de nuestra comunidad y que desde luego hemos superado la oposición de mantenerla en funcionamiento durante 10 o más años.

     Gracias por su atención y por hacer llegar a la opinión pública la situación laboral abusiva que padece el colectivo de trabajadores de la Administración en situación de precariedad laboral y gracias por exigir de ésta que se dé una solución al problema y estabilidad a los trabajadores. Porque es de justicia.