Sindicatos sin mordiente

Ferran Belda

El titular del Consell se ha quejado reiteradamente de que algunas de las trapacerías que se le atribuyen están poco documentadas y aunque las más de las veces ello no signifique una merma de su veracidad, no le falta razón.

El secretario de empleo de la Federación de Administraciones Públicas de CC OO, José Antonio Marco, aseguró ayer que muchos de los empleos creados en las instituciones valencianas durante los últimos tres años no tenían otro objeto más que acomodar a «estómagos agradecidos» con el partido en el Gobierno. Y digo yo que podría haber sido más concreto. Haber «definido» un poco mejor, como dicen ahora los comentaristas futbolísticos. Porque una cosa es que un francotirador se tenga que conformar con insinuar, con dar a entender lo que sabe, pero no dispone de pruebas que lo corroboren. Y otra muy distinta que una organización tan potente y con tanto arraigo en el estamento burocrático valentino como la FSAP de CC OO-PV amague y no dé. Una federación sindical que es capaz de bajar hasta los decimales y afirmar que la administración autonómica valenciana, con un 22,28% de temporalidad, es la cuarta de España en punto a precariedad; y que un total de 43.600 de los 172.600 funcionarios de toda laya y condición existentes en la CV son temporales, no puede irse luego con vaguedades del jaez siguiente: «se están realizando contratos irregulares para estómagos agradecidos», «la habilidad que se exige es ser amigo del poder», etcétera. O se está en condiciones de concretar y se denuncia con la misma contundencia que se ha denunciado que 800 de los 5.000 empleados del Ayuntamiento de Valencia son interinos. O se calla uno la boca. Querer es poder. Y CC OO, si quiere, puede. Otra cosa es que no le convenga ir demasiado lejos de donde ha ido J. A. Marco en sus aseveraciones. El miércoles, sin ir más lejos, se firmó en la Conselleria de Hacienda el convenio en virtud del cual Cierval, UGT y CC OO dispondrán de 1.000 millones de pesetas para combatir la siniestralidad laboral. Zaplana, que ha llegado a estar enemistado con medio mundo, siempre ha tenido clara una cuestión. La prensa y los sindicatos. Sabía que no le convenía mantener unas ásperas relaciones con los sindicatos, que la segunda misión de un político es sobrevivir y que para ello necesita mimar a las organizaciones laborales. Los sindicatos son hoy al poder lo que los clérigos en los años 30. Ya lo decía Franco: el que come cura se envenena. Y ellos le corresponden con su discreción.